Mujeres que han roto techos de hielo

La primera mujer en coronar un ochomil invernal fue la suiza Marianne Chapuisat, en 1993

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(Esta newsletter ha sido elaborada por Pablo Cantó @Pablonnegut y Anabel Bueno @aibueno)

Los aficionados al alpinismo conocen como “techo del mundo” a la cima más alta del planeta, el Everest. Este techo, a diferencia del de cristal, se rompió hace tiempo: la japonesa Junko Tabei fue la primera mujer en lograr el ascenso en 1972, y tras ella lo han logrado más de 500 mujeres. Aunque esta es la montaña más alta, el alpinismo tiene retos mucho más difíciles. Uno de ellos es el ochomilismo invernal: si subir a la altura que vuela un avión comercial es física y mentalmente durísimo, imagina hacerlo a 40 bajo cero y con vientos de más de 100 kilómetros por hora. Por supuesto, hay mujeres que lo han logrado.

Junko Tabei, en una exhibición de material de montaña en la estación de Frankfurt, en 1975. Keystone/Hulton Archive/Getty Images

La primera mujer en coronar un ochomil invernal fue la suiza Marianne Chapuisat, que hizo cima en el Cho Oyu (8.201 m) en 1993, logrando una hazaña casi imposible: nunca antes había ascendido más de 6.500 metros y, sin pensárselo, se lanzó a por uno de los 14 ochomiles, en invierno y sin la equipación necesaria. En una entrevista en la revista de alpinismo Desnivel, contaba lo siguiente: “Hice cumbre por casualidad [...]. No tenía ni mono de plumas, y me lo prestó el sirdar [líder de los sherpas], que se quedó en el campo base. Yo ya estaba contenta por pasar los 7.000 metros, que era mi récord de altura”. Si quieres verla en acción, protagonizó varios ascensos con el equipo español del programa Al filo de lo imposible.

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Haz clic en la imagen para escuchar la entrevista de la revista 'Desnivel' a Marianne Chapuisat, primera mujer en coronar un ochomil en invierno.

Veinticinco años después la ascensión de Chapuisat, ninguna mujer –y muy pocos hombres– había conseguido repetir la hazaña. Y llegó Tamara Lunger para rozarla: esta italiana, mujer más joven en escalar el Lhotse (tiene 8.516 metros, y lo hizo con 23 años), se ha convertido en una leyenda viva del alpinismo tras darse la vuelta a 70 metros de la cima invernal de uno de los ochomiles más mortales, el Nanga Parbat. “He estado contando los minutos y no puedo correr más riesgo”, decía a cámara mientras sus compañeros coronaban. Esa mente fría, que logró salvar su vida, y posiblemente la de sus compañeros, la han convertido en una de las alpinistas más valoradas.

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Imagen del momento en el que Tamara Lunger cuenta a cámara, a 70 metros de la cima, que tiene que darse la vuelta. Puedes verlo al completo, en el programa Informe Robinson dedicado a la cima invernal del Nanga Parbat, haciendo clic en la fotografía.

La gesta de Lunger ha aparecido en decenas de documentales, reportajes –aquí tienes el de EL PAÍS– e incluso libros. En algunos de ellos, la alpinista ha hablado sin tapujos de un tema que no verás en muchos reportajes sobre alpinismo: cómo es tener la regla u orinar para una mujer en el Himalaya a -40ºC, cuando exponer tu piel al aire supone un riesgo altísimo de congelaciones. En su libro Yo, los ochomil y la felicidad cuenta cómo le bajó la regla cuando preparaban el ataque a la cima:

Me levanto rara, con un fuerte malestar y una desagradable sorpresa: me ha bajado la regla. Sé que no tiene sentido, pero me cabreo. Reacciono como si la fisiología y mi cuerpo conspiraran contra mí y contra el éxito de la expedición [...]. Me siento desmotivada, casi asustada. Pienso en mí, en el hecho de que me repito sistemáticamente que no quiero que me ayuden “por ser mujer”, que odio que alguien intente cargar más peso que yo… Pero también me digo que no puedo ignorarlo por completo. Que soy una mujer, y mi fisiología no es una opinión.

En el invierno de 2016 hubo otra alpinista que intentó hacer cima en el Nanga Parbat a la vez que Tamara Lunger, Elisabeth Revol. La francesa –que ya ha ascendido cinco ochomiles– y su compañero (Tomek Mackiewicz) probaron una ruta que nunca se había realizado, y tuvieron que dar la vuelta a 7.500 metros al encontrarla impracticable. Dos años después volvieron a intentarlo y lo lograron, aunque a un precio altísimo: Mackiewicz perdió la vista poco después de alcanzar la cima, y Revol cargó con él montaña abajo hasta que le fue imposible portearlo. Mackiewicz nunca logró bajar de la montaña.

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Haz clic en la imagen para ir al vídeo de EL PAÍS sobre el operativo de rescate a Elisabet Revol.

Revol, tras ser rescatada, contó que comenzó a sufrir alucinaciones mientras esperaba refuerzos. “Venían a traerme té caliente y, como agradecimiento, tenía que darles un zapato”, explicó la alpinista a la agencia AFP. Estuvo descalza, a decenas de grados bajo cero, durante horas, lo que le provocó graves congelaciones.

Tal vez te preguntes: “Y después de eso, ¿qué está haciendo Elisabeth Revol?”. Sigue escalando y ya está entrenando para romper más techos, sean del material que sean. Lo sabía incluso cuando estaba en el hospital, recuperándose. “Por supuesto que es peligroso”, explicaba. “Pero necesito este tipo de retos. Son preciosos, y es lo que me mueve”.

ESTOS DÍAS ME HA GUSTADO MUCHO LEER

1. ¿Sabes cómo es el día a día de la mujer media en España? (Verne) Este artículo te propone un repaso al día a día de las españolas con el que podrás poner a prueba si eres consciente de las desigualdades que aún sufren las mujeres en España.

2. Futbolista e infiltrada: la historia de la malagueña Nita (Pikara Magazine).El fútbol femenino cada vez es más visible y se está haciendo más popular (para el Atleti-Barça de hoy en el Wanda ya no quedan entradas, y eran 68.000). Pero para llegar hasta aquí tuvo que haber unas pioneras. La de Ana Carmona Ruiz, Nita, es la primera historia que se conoce de una mujer jugadora de fútbol en el Estado español.

3. Las brigadistas judías en la Guerra Civil: de España, rumbo a la tragedia europea (El País). Cuando Vera, Golda y Rachel Luftig se enteraron del bombardeo de Guernica, decidieron que debían comprometerse con la República española. A los Países Bajos habían llegado huyendo del antisemitismo que sacudía Polonia, su país de origen. De España, con la derrota a cuestas y zumbando, volverían al norte. Golda y Rachel acabaron en los campos de concentración con suertes dispares. Vera se libró de ellos sin dejar un constante activismo como espía contra el enemigo en plena ocupación nazi.

4. Esta portada de The New Yorker. Porque es muy bonita.

BRINDEMOS

Por las movilizaciones del 8 de marzo, que este año han vuelto a ser masivas.

JAIME VILLANUEVA

ESTO HAY QUE VERLO

El documental de Las Sinsombrero, las mujeres de la Generación de 27 de las que nunca supimos aunque fueran en su momento tan importantes como sus compañeros masculinos, tiene una segunda parte. Como el primero, lo puedes ver completo en RTVE a la carta. Carmen Conde, Delhy Tejero o Elena Fortún son algunas de sus protagonistas.

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Haz clic para ir al reproductor de RTVE.

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