Documental

'Joana Biarnés. Una entre todos', recupera la historia de la fotoperiodista de Terrassa

LAURA MARÍN / TERRASSA

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El trabajo fotográfico de Joana Biarnés, primera mujer fotoperiodista de España, quedó “cerrado en un cajón metálico” desde los años 80 cuando la periodista deja la profesión por la cocina y se va a Ibiza a abrir un restaurante.  Desde entonces, poco se ha sabido de una de las referentes y autoras de algunas de las fotografías más representativas de la España de los años 50 y 80. Pero todo eso cambia hace cuatro años cuando, en la conmemoración del 50º aniversario de las inundaciones del Vallés, su obra vuelve a ver la luz.

Fue buscando material para esa exposición colectiva que el también fotógrafo egarense Cristóbal Castro descubrió la obra de Joana Biarnés. Gracias a ese redescubrimiento, el interés por recuperar la figura de la fotoperiodista se incrementa en muchos ámbitos: su ciudad natal, Terrassa, es la primera en promover una exposición individual, el fotógrafo Chema Conesa mueve una gran muestra a escala nacional, con catálogo de La Fábrica y a la espera de la implicación de la Secretaría de Estado de Cultura, recibe la Cruz de Sant Jordi, otorgada por la Generalitat de Cataluña, la Insignia de Oro de la Asociación de Informadores Gráficos de Prensa y Televisión de La Rioja y prepara un trabajo como artista invitada en PhotoEspaña.

Ahora, además, la obra y las hazañas de Joana Biarnés salen a la luz en formato documental explicado en primera persona y reforzado con el testimonio de compañeros de profesión y de aquellos que trabajaron con con ella, delante o detrás de su objetivo: Joan Manuel Serrat, Raphael, Natalia Figueroa, Juan Mari Arzak, Raúl del Pozo o Gervasio Sánchez, entre muchos otros altres.

Joana Biarnés. Una entre todosy coproducida por TVE, Televisión de Catalunya y Photographic Social Vision, muestra, como explican Òscar Moreno y Jordi Rovira, los realizadores del documental, la historia de una gran profesional con una “personalidad desbordante, que luchó contra los prejuicios de la época, triunfó gracias a su incansable búsqueda de “la foto”, inmortalizó a grandes personajes de la historia y, cuando estaba en la cima de su carrera, desapareció”. El documental, que se podrá ver durante todo el mes en la sección El Documental del mes de diferentes municipios de toda España, llega a  la Filmoteca de Terrassa este miércoles, 13 de abril.

HACERSE UN HUECO EN UN MUNDO DE HOMBRES

La propia Joana Biarnés explica, en una entrevista concedida a EL PERIÓDICO en octubre de 2014, lo complicado de sus inicios: “Empecé a ir a los eventos deportivos con mi padre y, como iba a su lado y era un profesional muy respetado, no había problema. La cosa cambia cuando empiezo a ir sola. El primer partido de futbol al que fui, no daban permiso para empezar y el árbitro vino a sacarme del campo. Suerte que mi padre ya lo había previsto y habíamos ido a pedir credenciales a todas las federaciones deportivas. No me echaron, pero el público no dejaba de silbar e insultar. Pero yo estaba segura que debía continuar. Tiempo después, ya como fotoperiodista del diario Pueblo en Madrid, porque en Barcelona todos me habían cerrado las puertas, los mayores problemas los tuve siempre con la política. Franco no quería ni verme y los grises no me dejaban entrar a los sitios porque era mujer”.

El  trabajo de Biarnés tiene un valor incalculable y es tan sorprendente como variado. Cubrió las terribles riadas del Vallés en 1962, trabajó durante más de una década en el diario Pueblo en Madrid y, finalmente, fundó Sincro Press, su propia agencia. Además, fue fotógrafa de Raphael, escogió el vestido de Massiel para Eurovisión y terminó haciéndose amiga de la Duquesa de Alba, el Cordobés, Lola Flores y Salvador Dalí, por citar algunas de sus aventuras.

No obstante, después de 22 años trabajando como fotoperiodista, Biarnés dejó la cámara de un día para otro al ver hacia donde iba la profesión. “Vi que para ganarse la vida se tenía que ir al escándalo. Fue a raíz de un reportaje de un señor de Pamplona que se había curado de cáncer y se prestaba para hacer terapia de grupo. Cuando fui a vendérselo al director de una revista, prácticamente lo tiró a la basura y me dijo que “esto no vende” y me enseñó unas fotos de Lola Flores y sus hijas vestidas de Reyes Magos como muestra de lo que sí vendía. Llegué a casa y le dije a mi marido que ese era mi último día como reportera”, explica.

Ahora, y a pesar de las complicaciones que la edad provoca en la vista, vuelve a sacar su cámara para seguir fotografiando un su vertiente más personal todo aquello que la rodea, mientras participa de manera activa en ese reconocimiento que, con el documental y las exposiciones de su obra, le rinde el homenaje que hasta ahora no había tenido.

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